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Mostrando entradas de octubre, 2009

29 octubre 2009

Del sentimiento trágico de la vida La filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida, y como consecuencia de esa concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta una acción. Pero resulta que ese sentimiento, en vez de ser consecuencia de aquella concepción, es causa de ella. Nuestra filosofía, esto es, nuestro modo de comprender o de no comprender el mundo y la vida, brota de nuestro sentimiento respecto a la vida misma. Y esta, como todo lo afectivo, tiene raíces subconscientes, inconscientes tal vez. No suelen ser nuestras ideas las que nos hacen optimistas o pesimistas, sino que es nuestro optimismo o nuestro pesimismo, de origen filosófico o patológico quizá, tanto el uno como el otro, el que hace nuestras ideas. Tales son los postulados con los que el filósofo español Miguel de Unamuno comienza su libro, terminado de escribir en 1912 y publicado apenas un año después, en 1913. Considerado uno de sus libro

22 octubre 2009

Muerte en el Vaticano Maurice Serral y Max Savigny no pudieron haber imaginado que su novela sería tan famosa -y también boicoteada- hasta el punto de arrancarlos del anonimato y ser acusados de conspiración y complicidad en el supuesto asesinato del papa Juan Pablo I. La imaginería popular que gusta ver enigmas donde hay sigilo y silencio vio en la prematura muerte de Juan Pablo I un asesinato flagrante, y en la inmediata sucesión de Juan Pablo II el regreso de la Iglesia Católica a su situación de cerrazón moral, política, cultural e intelectual, tal como se viviera en la época inmediatamente anterior al Concilio Vaticano II. La idea de la novela es simple, y el desarrollo de la misma lineal, con pocas fracturas espacio-temporales: el seminarista brillante que opta por seguir su propio camino en la búsqueda de la iluminación, que no teme ‘ensuciarse las manos’ practicando ritos ajenos al cristianismo que lo acercan peligrosamente a las filosofías y teologías orientales, en un per

15 octubre 2009

Valle de Cardos Impreso en el 2002, el primer volumen de cuentos de Simitrio Quezada ofrece una serie de relatos de variable extensión donde se advierten ya los giros que tomarían su producción cuentística y novelística posterior. La riqueza de sus temas, la bien cuidada ambientación y el juego de personajes que vibran con una voz capaz de superponerse a otras dándonos la sensación de asistir a un extraño concierto de palabras, son sólo algunas de las características que posee dicha publicación. El título, feliz descubrimiento a pesar de su carga semántica y psicológica, no da pie a duda alguna sobre lo que se encontrará en el volumen: la presencia de las tradiciones –y contradicciones- de los creyentes encerrados en los universos de sus caseríos, la lucha feroz de los pueblos que quieren evitar a toda costa ser un remedo de las grandes ciudades, la conciencia de una pequeñez que choca constantemente con la visión miope de la opinión popular que busca erigirse ídolos cuando no los e

08 octubre 2009

El naranjo: dulzura que amarga Inconstante. El volumen de cuentos que Carlos Fuentes tituló ‘El naranjo’ y que fuese publicado en 1993 como cierre de lo que el escritor llamó ‘La edad del tiempo’ es un raro espécimen dentro de la narrativa contemporánea. Los cuentos muestran una factura desigual, engarzándose como una serie de abalorios disímiles, donde encontramos desenfado, concentración, algunas páginas felices y también la ramplonería autosuficiente de quien se sabe escritor consagrado. No obstante, Fuentes opta por una salida difícil para cerrar un ciclo, y aunque ya había ensayado suficientemente al utilizar diversos temas históricos como razones y justificantes de distintos ejercicios literarios, este libro pareciera querer abarcarlo todo, sacrificando el aspecto estético –y literario- en pos de lo utilitario, sello artificiosamente colocado sobre la etapa que el escritor asume, está por concluir. La Historia como un continuo formado de distintos episodios es el argumen

01 octubre 2009

Las noches de Borges Borges habló alguna vez de un testamento. Tendría forma de libro, y lo compondrían las siete conferencias que dictara en 1977. Summa perfecta de sus obsesiones, Siete noches –además de ser tal testamento- también fue el ancla que le sirviera para hacer frente a la tempestuosa época de enfermedades y depresión que viviera en ese entonces; sus conferencias resultaron ser la vigorosa síntesis de su obra y pensamiento, resonador minucioso de los temas queridos que aparecen una y otra vez a lo largo de su producción literaria incluyendo conferencias previas, así como poemas, ensayos y cuentos. Se trata de una obra perfecta, ciclo armónico que puede iniciar y terminar en cualquiera de sus siete textos, donde juega con el orden del universo y estimula la curiosidad del lector –y originalmente, del oyente- hasta deslumbrarlo con esa sombra llena de colores que él confesó alguna vez es la ceguera. Nadie como él pudo hablar de la noche, de la visión desterrada de los glob