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Mostrando entradas de julio, 2009

La magia de la necedad: una apostilla

La [necedad/necesidad?] de los cuentos de hadas*  Infinidad de apologías y defensas en favor de Harry Potter se basan en un solo argumento: la defensa de lo lúdico como origen de la literatura, y raíz y fundamento de la mal llamada 'literatura infantil'. Se aduce que el carácter de la literatura 'para niños' debe ser precisamente de juego, la capacidad de hacer malabares con conceptos e ideas que permitan al intelecto del infante crecer, desarrollarse y mantener viva la chispa de la exploración, la maravilla y el descubrimiento que parecieran perderse, o atrofiarse, en la mayor parte de los adultos. Tales apologías surgen falseadas al intentar establecer como punto de partida los tan llevados y traídos cuentos de hadas, e irremediablemente todas inciden en los cuentos de los hermanos Grimm, y los de Perrault. Quizá un poco menos, los de Andersen.  Dichos cuentos no fueron escritos propiamente para 'divertir' a los niños. Es más, los cuentos originales eran verda

30 julio 2009

Harry Potter: la magia de la necedad El primer gran éxito editorial de la época moderna lo tuvo Alexander Dumas, con su novela por entregas donde relataba las desventuras, aventuras y posterior buena ventura de Edmundo Dantés, a quien la posteridad reconoce inmediatamente como ‘El Conde de Montecristo’. Esta novela, terminada de escribir en 1844, cautivó lectores no sólo dentro de Francia, su país natal, sino que en algunos sitios tan distantes de este país, como Rusia, causó furor y la expectación originada por sus escritos era mayúscula, ocasionando verdaderos desaguisados en las oficinas postales si una sola entrega llegaba por alguna razón, a retrasarse. Se publicó no como un solo volumen, sino repartida en 18 fascículos. Se ha dicho que El Conde de Montecristo es al ejercicio de la lectura lo que dentro de la música es el ejercicio de la audición de ‘El arte de la fuga’ de Bach: acá tenemos no sólo cuatro, cinco o seis voces, cada personaje aparece y desaparece de manera articulad

23 julio 2009

Se llevaron el cañón para Bachimba Contra ellos íbamos a pelear con nuestros soldados, vestidos unos de azul desteñido en mezclilla, otros de amarillo sucio en caqui, los más, de trapos de color indefinible, provistos de armas diferentes, unas largas, otras cortas, viejas carabinas Winchester amarradas con alambre en la culata rajada, rifles Máuser desechados por el ejército, raspados como suela de zapato. Había que darles órdenes a gritos, porque no entendían toques de corneta y podían equivocarse en lo que debían hacer. Por último, si todos eran hábiles en el tiro de fusil, no había nadie que supiera manejar una ametralladora. Cansancio y mito El puntual retrato de Rafael F. Muñoz no se debe a una afortunada descripción de hechos basada en dos o tres lecturas y un puñado de entrevistas. ‘Se llevaron el cañón para Bachimba’ es la segunda gran novela de este escritor, autor también de la mítica ‘Vámonos con Pancho Villa’. Y en esta, curiosamente, se ensalza a quienes en su otra novela

16 julio 2009

Una isla sin tiempo Claroscuros barrocos En los primeros siglos de la Era Cristiana, Agustín, el santo obispo de Hipona, escribió ‘si no me lo preguntan, lo sé; si me lo preguntan, no lo sé’. Hablaba de la noción del ‘tiempo’ y la idea clara que podemos tener sobre este fenómeno físico y psicológico, tan simple que todo hombre puede opinar sobre el, y tan complejo que sólo unos pocos serán capaces de penetrar hasta sus más profundas causas, desenmarañando la increíble complejidad del problema mismo. En el Barroco Europeo, época donde se fragua la ciencia moderna y también estaban a punto de morir las grandes corrientes de pensamiento clásicas, –filosofía y cosmología aristotélico-tomista- la naturaleza del tiempo ofrecía a la vez un problema y un aliciente a las grandes potencias económicas: el insoluble y oscuro problema de las longitudes era visto como la solución a distintos problemas náuticos, y la solución automáticamente situaría a cualquier país que poseyera el secreto de la me

09 julio 2009

Cátaros Otro cielo, otra tierra Finjamos que somos otros. Imaginemos que el mundo ha sido creado por un Dios malévolo. Permitámonos creer por un momento que ese Dios malévolo crea también seres imperfectos, lascivos, perdidos en la maldad más abyecta, y que los padres del género humano serían en verdad ángeles caídos, seres desterrados de la gloria celestial, aprisionados en un grosero cuerpo con forma humana. Y pensemos en una responsabilidad inconmensurable: sólo unos pocos hombres y mujeres -que antes han sido diferentes hombres cuyo espíritu deberá reencarnar siete veces- tienen en sus manos la responsabilidad de preservar el mundo, de impedir que el mundo sea destruido y absorbido por esa maldad cósmica, presta a devorarlo todo. Además, pensemos en un grupo de hombres muy poderosos, que se nombran ‘cristianos’, y nos persiguen sin piedad rincón por rincón en los campos y tierras de Francia, porque no quieren aceptar que nosotros también admiramos a Jesús, el mensajero del Dios ben

Reloj de arena: al servicio de la comunidad

Pasado el susto, la explicación es simple: El día de hoy el suplemento cultural Reloj de Arena no hizo su aparición debido a la inserción en la edición del jueves 2 de julio de 2009 de un listado in extenso de casillas electorales, y su respectiva ubicación, como preparacion para los comicios del próximo domingo 5 de julio. Aclarado esto, el próximo jueves podreemos leer sin contratiempos el Reloj de Arena. Francisco Arriaga. Derechos reservados. Los derechos sobre la cabecera, tipografías, diseño, colores, perfiles de color, gráficos y fotografía de los artículos ya impresos pertenecen única y exclusivamente a El Diario NTR Zacatecas. Todos los derechos sobre el texto quedan reservados a su autor.

Muertes de papel. Nota.

El día de hoy no fue publicado Reloj de Arena. Ignoro en este momento si ha sido una supresión completa de ese suplemento Cultural, si habrá cambios posteriores, en fin, cualquier noticia que pueda ayudar a dilucidar la razón de que dicho suplemento no haya sido publicado este jueves. Con todo, la breve colaboración que envié fue insertada en la sección 'Nuestras plumas', lo cual agradezco infinitamente a Simitrio Quezada, editor y responsable directo del ya mencionado suplemento cultural. Y como esta colaboración también estuvo pensada para aparecer en la sección de Libres libros de a libra, respetaré el formato y sin modificación alguna, publicaré en el sitio correspondiente el archivo pdf. Cualquier otra noticia, en cuanto tenga acceso a ella, la daré a conocer en este mismo espacio, y por este mismo medio. Francisco Arriaga.  

02 julio 2009

Muertes de papel El placer de la lectura es el placer del voyeurista. Se asiste al crimen como mero espectador o cual cómplice impenitente, o se consume en la pasión desenfrenada de los amantes que ceden su cuerpo, mercadería y letra de cambio. Se corteja a la dama y se mata al contrincante en amores, se hilvana hebra por hebra la traición más infame, y se acordonan las amistades verdaderas, libres de sospecha y dobles intenciones. A poco de leer y ensimismarse en la lectura como un ejercicio placentero y voyeurista, se encara a la muerte. Frente a frente y sin otra salida, la muerte ocupa su lugar de juez inamovible, pasando sobre los personajes, apoderándose de la obra, del pensamiento del escritor, y también del papel en el que han sido escritas e impresas las obras que se leen. La primera vez que la encontré me conmovió hasta lo más profundo, indeciblemente: fueron dos muertes, simultáneas, que hoy no puedo desligar por más que lo intento. Héctor Cárdenas, el maestro de literatura,